La extensa canícula que afectó gran parte del territorio nacional este año, podría agravar los problemas de desnutrición aguda, cuyas estadísticas de niños afectados prácticamente no disminuyen, mientras autoridades del Gobierno trabajan en la elaboración de un plan de resiliencia.
A la misma semana del año pasado el número ascendía a 10 mil 243; es decir, este año se han registrado 281 casos menos, lo que representa apenas, una disminución de 2.74%.
La cifra preocupa a grupos que trabajan por el derecho al acceso alimentario de las poblaciones vulnerables, sobre todo del Corredor Seco, ya que la canícula prolongada que en algunas áreas fue de hasta 60 días hará escasear los alimentos a principios del 2019, lo cual podría agravar los problemas de desnutrición aguda.
Si bien es cierto el gobierno argumenta que el que no disminuyan los casos se debe a que hay una mejor captación y registro de menores afectados, Armando Barreno, integrante de la Instancia de Consulta y Participación Social del Sistema de Seguridad Alimentaria, considera que también puede deberse a que los niños que sufren desnutrición aguda no son atendidos de manera integral y no reciben asistencia continua o solo parte de ella.
“No basta con asistir a las familias con alimentos si aparte de eso no hay en los departamentos y municipios oportunidad de empleo o de que las familias produzcan sus alimentos”, expuso Barreno.
Falta atención integral
Añadió que la falta de atención integral también se refleja en que, por ejemplo, un niño recibe atención por desnutrición aguda en una ocasión, pero después su caso se olvida y al poco tiempo vuelve a padecerla.
Esta dispersión de acciones la confirma María Antonieta González, del Instituto de Nutrición de Centroamérica y Panamá (Incap), quien asegura que, según estudios serios, los niños deberían recibir por lo menos cuatro asistencias o intervenciones continuas.
“Tenemos el problema de que los beneficiarios en salud no son los mismo de agricultura porque no hay un registro único de beneficiarios; entonces, las intervenciones se atomizan”, subrayó González, quien consideró que los niños debieran tener un código único de identificación para las intervenciones gubernamentales de asistencia.
González indicó que se requiere mucha voluntad política para cambiar los problemas estructurales que generan cada año una gran cantidad de casos de desnutrición aguda, y que deben incluir el cuidado y nutrición de la madre desde el embarazo.
“La pobreza del país es terrible, la mujer sigue la menos educada y más explotada y que ha sufrido desnutrición crónica, entonces, va a dar luz a niños pequeños que pierde potencial de crecimiento”, enfatizó.
Subregistros
Francia Tercero, quien labora en la defensoría por el Derecho a la Alimentación de la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH), expuso que es “reconfortante” saber que los casos de desnutrición aguda no subieron este año; no obstante, no descarta que pueda existir un subregistro debido a que no todas las familias que tiene niños con el padecimiento acuden a los servicios de salud.
Según Tercero, a la par de este mal está la inseguridad alimentaria que sufren las familias, y citó cifras de un reciente estudio elaborado por Oxfam en ocho mil hogares en ocho departamentos a raíz de la canícula prologada, que reveló que el 86% de los hogares tenía problemas para acceder a alimentos.
Además, que apenas el seis por ciento de estos hogares era beneficiario del programa gubernamental de remesas condicionadas lo que demuestra, según Tercero, que “ante la gravedad de todo lo que pasó en el Corredor Seco el estado ha tenido una respuesta muy débil y una mala planificación para atender a las personas que más lo necesitan”.
“No basta con que las cifras de desnutrición aguda no aumenten, porque las familias llegan a la mendicidad con tal de alimentarse”, señaló Tercero.
Otra de las críticas que hacen grupos sociales es que las acciones de gobierno se vuelven en emergentes o asistencialistas y no preparan a la población para eventos como prolongadas sequías.
Para Barreno, la sequía de este año podría agravar los problemas de desnutrición aguda, y opina que las instituciones deberían contar con reservas de granos básicos.
Añadió que los programas asistencialistas deben de planearse estratégicamente porque es a principios de año cuando la falta de alimentos tradicionalmente se complica más.
Complicaciones en el futuro
Lorena Donado, docente de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Mariano Gálvez, que forma parte del Observatorio por el Derecho a la Alimentación, indicó que la desnutrición aguda puede favorecer la desnutrición crónica que a su vez es la responsable de un deficiente desarrollo físico y cognitivo.
El problema, añadió, se agrava cuando un menor padece episodios de desnutrición aguda hasta tres veces al año. Además, el niño al desnutrirse en forma aguda tiene más riesgo de infecciones porque se afecta su sistema inmunológico y le puede llevar a la muerte.
Este año la Sesán registra 54 muertes por desnutrición aguda, 32 menos que el 2017 a la misma semana epidemiológica.
A Donado también le preocupa la pérdida de las cosechas de los agricultores en las regiones del Corredor Seco porque lo poco que tienen lo han vendido y optan por comprar alimentos bajos en nutrientes.
Plan de resiliencia
El secretario de Seguridad Alimentaria y Nutricional, Juan Carlos Carías, precisó que los registros de casos de desnutrición aguda no disminuyen significativamente porque se han detectado más niños, ya que regularmente algunas madres no los llevaban a los controles de salud, lo cual se ha logrado gracias a la motivación que ha hecho las municipalidades y delegaciones de Salud
Carías añadió que en algunas zonas el cambio climático y la conflictividad también ha causado inseguridad alimentaria y reveló que las instituciones de gobierno trabajan en un plan de resiliencia.
“Considero personalmente que valdría la pena considerar un seguro agrícola, sólo es una idea, puesto que las repeticiones de impactos climáticos han afectado frecuentemente al país”, añadió.
Aseguró que las acciones de gobierno están orientadas no solo a la reacción sino también a la prevención.