Cerca de 128 Hondureños y más de 200 salvadoreños emigran a diario rumbo a Estados Unidos, esto según el subsecretario de Estado para asuntos consulares de Estados Unidos, Carl Rish.
Es difícil conocer una cifra exacta, pues la ruta muchas veces se hace en la clandestinidad. El Instituto de Política Migratoria de México calcula que, mientras en 2011 hubo 130.000 migrantes, en 2016 esta cifra ascendió a los 300.000, la mayoría procedentes del “Triángulo Norte”.
Por ejemplo, el informe de migrantes de Latino América y el Caribe de las Naciones Unidas, revela que El Salvador cuenta con una de las tasas de emigración más alta de la región. Se estima que 24 de cada 100 salvadoreños residen en el extranjero. Igualmente, Honduras se convirtió en 2017 el país con mayor índice de emigración en América Latina, dice el informe.
Desplazamiento Forzado Interno
Si bien muchos desplazamientos se dirigen al exterior, según Naciones Unidas, al interior de Honduras y El Salvador se presentan desplazamientos forzados. Según el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (Conadeh), en Honduras más de 1,400 personas tuvieron que desplazarse de sus hogares en 2017. Estos reportaron estar huyendo de crímenes como amenazas, extorsiones y, en el caso de los jóvenes, reclutamiento forzado. Dicho informe da cuenta de que tal violencia es generada por el crimen organizado, como el narcotráfico o las pandillas.
Muy por encima de esa cifra de desplazamiento se encuentra El Salvador, que ingresó al listado de los diez países del mundo con mayor número de desplazados por culpa de la violencia. Esto de acuerdo con el Informe Mundial sobre Desplazamiento Interno 2018 (GRID, por sus siglas en inglés), que establece que durante el 2017, 296 mil personas tuvieron que abandonar sus hogares. En lo que se analiza del reporte del GRID, se encuentra que la violencia relacionada con pandillas y drogas se ha extendido sobre esa zona de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador), pero hay poca información que la detalle, por lo que los gobiernos se han mantenido distantes del problema, lo ignoran o se niegan a abordarlo.
El número de personas que emigró del “Triángulo del Norte” en 2017 aumentó en un 50%, según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), la mayoría rumbo a Estados Unidos, México y Bélice.
Otras causas de la emigración de El Salvador y Honduras
Se presume que uno de los motivos de esta movilización masiva de personas es la situación de pobreza de ambos países. En 2017, el Banco Central de Honduras estableció que cerca del 66% de la población vive en situación de pobreza. Esto a pesar de que el Producto Interno Bruto (PIB) creció a un ritmo del 4,1% durante el mismo año. Sin embargo, sigue siendo un país muy desigual, en el que el 90% de la riqueza se encuentra en manos del 10% de la población. Igualmente la Secretaría del Trabajo de Honduras sostiene que la falta de oportunidades laborales es la que causa de este fenómeno.
No obstante, un estudio realizado para su universidad por Jonathan Hiskey, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Vanderbilt, señala que “ser víctima de un crimen es una gran motivación para que las personas se sometan a un proceso de migración, incluso conociendo los peligros que se pueden presentar en el viaje y las intrincadas políticas migratorias de Estados Unidos”. Esto explicaría por qué las actuales políticas de disuasión de la migración en Estados Unidos no han sido eficientes, pues se encuentran orientadas a las personas que emigran por motivos económicos. Por el contrario, no se considera las personas que huyen de la violencia, que tienen razones de peso para no volver a sus países de origen.
Según Hiskey “uno de los factores predictivos más poderosos de la migración es si la persona ha sido víctima de un delito en los últimos 12 meses, y un factor predictivo aún más poderoso es si esa persona ha sido víctima de múltiples delitos“.
De las personas procedentes de El Salvador entrevistadas para este estudio, el 35% había sido víctima de una situación victimizante, y el 44% lo fue varias veces. En el caso de Honduras, el 39% había sido víctima una vez y el 56% más de una. Algunos de los crímenes que se presentan con mayor recurrencia son las extorsiones y el reclutamiento forzado de niños y jóvenes en pandillas.
“Una vez que las personas han vivido esto varios años, llegan al punto en que dicen: ‘No me importa lo que tenga delante, tengo que irme, tengo que sacar a mis hijos'”, destaca Hiskey. En estos casos, los migrantes han sido víctimas de tantos crímenes, que no les importa afrontar los riesgos y leyes migratorias, con tal de escapar de la situación inicial.
Si bien Guatemala tiene una alta tasa de criminalidad, no parece ser determinante en la decisión de migración. El mencionado estudio, concluye que tanto la distribución como el tipo de delincuencia son diferentes en Guatemala, y esto podría ser la diferencia entre el proceso migratorio en comparación con sus vecinos del “triángulo del Norte”.
LatinAmerican Post | Mariela Ibarra Piedrahita
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