La cadena estadounidense de grandes almacenes Sears Holdings se declara en bancarrota tras más de siete años de pérdidas continuadas que han superado los 11.000 millones de dólares (unos 9.500 millones de euros), según hizo público en un comunicado. Es la gran víctima de la transformación del comercio minorista en Estados Unidos. La cadena pacta a cambio una línea de liquidez de 300 millones de dólares (260 millones de euros) para seguir operando durante la temporada de compras navideñas. Pero el futuro de sus 90.000 empleados es incierto ya que 142 de las 860 tiendas de la cadena tendrán que cerrar de inmediato. Es una maniobra extrema con la que busca ganar tiempo para dar con un comprador.
La cadena operaba hasta septiembre 860 locales. Hoy, se acoge al llamado Capítulo 11 [de la ley de quiebras], el equivalente al español concurso de acreedores, con la esperanza de reestructurar una deuda de más de 5.000 millones de dólares (4.324 millones de euros), fruto de una década de resultados menguantes y de siete años de pérdidas. La última vez que el holding registró beneficios fue en 2010. Desde entonces acumula pérdidas de 11.000 millones (9.500 millones de euros). Valora sus activos en 6.900 millones y el pasivo en 11.300 millones.
El plan para reflotar la empresa pasa por que Lampert pierda su función ejecutiva en favor de un comité de tres personas, aunque seguirá siendo presidente del consejo. Además, según la compañía, comenzará a vender parte de los 7.000 millones de dólares que ha registrado como activos, comenzando con el cierre de 142 locales no rentables, con el fin de reorganizarse en torno a un parque de unas 700 tiendas, de las cuales venderá muchas, pese a seguir operándolas. Mientras tanto, el negocio sigue en marcha. “La empresa cree que una reestructuración exitosa salvará la compañía y los empleos de decenas de miles de colaboradores”, afirma Sears en una nota.
Con la suspensión de pagos de la compañía, cae uno de los grandes iconos empresariales del país y que cambió el modelo del comercio minorista. Todos los esfuerzos que hizo hasta ahora el magnate Eddy Lambert y su fondo ESL Investments para reflotarla fueron inútiles. De hecho, se le considera más bien el responsable de la debacle.
Sears empezó en el negocio en 1888 vendiendo relojes y joyas por catálogo. La primera tienda física la abrió en febrero de 1925 en Chicago. Se acercaron 15.000 personas a visitarla el día del estreno. Se podía encontrar de todo en ella, desde una sartén, pasando por juguetes hasta un tractor. Era una época en la que la mayor parte de los estadounidenses vivía en el mundo rural o en pequeños pueblos. La cadena superó el golpe de la Gran Recesión y con su modelo cambió la forma de comprar.
Las ventas en sus tiendas superaron pronto a los pedidos por correo y empezaron a dominar los centros comerciales durante el boom de los suburbios que siguió a la Segunda Guerra Mundial, hasta el punto de hacerse omnipresentes y entre sus servicios incluía el de ofrecer créditos a sus clientes para que pudieran costearse la compra de los electrodomésticos. Sears, como recuerdan con nostalgia los analistas del sector, democratizó así el comercio en EE UU.
Sears llegó a vender incluso casas y conforme iba expandiendo su negocio lo hizo también con sus servicios, como la aseguradora Allstate, la agencia inmobiliaria Coldwell Banker y las tarjetas Discover. También creó junto a IBM la compañía Prodigy, una de las primeras en ofrecer acceso a Internet. Era una compañía que innovaba a gran velocidad para tratar de ir por delante del cambio de la población. Entre sus marcas tenía Craftsman, DieHard y Kenmore.
Errores de gestión
El catálogo de artículos que ofrecía era casi infinito ya un siglo antes de emerger el comercio electrónico. La fortuna de la cadena cambió cuando empezaron a emerger nuevos rivales como las cadenas Walmart, Target o Home Depot en los años 1970. Fue la cadena dominante hasta 1991. Después, se sumó a la carrera por ofrecer el precio más bajo del portal electrónico Amazon. Sus gestores empezaron a tropezar, con operaciones apalancadas como la fusión con Kmart.
Con esta fusión, el grupo llegó a tener 355.000 empleados y 3.800 locales en Norteamérica. Casi 94 años después de la apertura de aquella primera tienda, los almacenes Sears son ahora lugares desiertos, totalmente abandonados, y para sobrevivir el conglomerado tuvo que desprenderse de sus activos más preciados. Lampert pasó de ser una estrella a convertirse en el ejecutivo más odiado. La carestía de liquidez se hizo crítica en septiembre y eso le obligaba a actuar de inmediato para poder salvar todo lo que se pudiera.
La bancarrota de Sears se materializa cuando no han pasado aún cuatro meses aún desde que juguetera Toy´s “R” Us cerrara todas sus tiendas y tuviera que liquidar el negocio en EE UU. Las dos dejaron de invertir en su modernización, porque todo el dinero iba en pagar deudas. El derrumbe de estos dos iconos del comercio minorista refleja que lo que funcionaba en el pasado no tiene por qué hacerlo en el presente, porque el mercado y los gustos del consumidor cambian muy rápido.
Las acciones de Sears llegaron a pagarse a más de 140 dólares durante su mejor momento en mayo de 2007, antes de la Gran Recesión. Este viernes cerraron a cuatro centavos, lo que le daba una capitalización de 43,5 millones. La secuencia recuerda mucho a la de Toy´s “R” Us, que hace un año suspendió pagos para reestructurar su deuda y dotarse de financiación esperando que se produjera un milagro que evitara su liquidación, pero que nunca llegó.