Alejado de la opulencia de las monarquías europeas y los imperios precolombinos, el que dice ser el último reino indígena de América resiste en las montañas de Panamá a pesar de la pérdida de sus tradiciones, la invasión de tierras y el avance de hidroeléctricas.
El pequeño reino de los Naso, uno de los siete pueblos indígenas que existen hoy en Panamá, se asienta a orillas del río Teribe, en un territorio de 1.600 kilómetros cuadrados al oeste de Panamá, donde aún no ha llegado ni la luz ni el agua potable y mucho menos los hospitales o la cobertura telefónica.
Sus 5.000 habitantes viven desperdigados en una veintena de aldeas semi aisladas en la selva de Bocas de Toro. A diferencia de las demás etnias, los naso se organizan desde tiempos inmemoriales en una especie de monarquía asamblearia, liderada por un rey con trono, palacio, corona y cetro. “Yo no tengo poderes infinitos. No puedo hacer nada sin consultar a mi pueblo y no tengo la plata que tiene el rey de España”, bromeó el rey.
Fuente: Metro Libre