La principal iniciativa exterior del gobierno chino es financiar proyectos enmarcados dentro de su programa ‘Road and Belt’ (Ruta de la Seda) que sustenta innumerables y ambiciosos proyectos en muchísimos países de Asia, África y América Latina. La mayoría de esta red de conexiones son líneas ferroviarias, carreteras, puertos, etc. Es decir, una red de infraestructura de transporte y comercio que enlace la China con el resto del mundo.
Con el programa ‘Road and Belt’, la República Popular China ha ganado simpatía y admiración por parte de los ciudadanos de países en desarrollo que normalmente no hubieran podido financiar y ejecutar estos proyectos. Nuestro vecino Costa Rica está construyendo una súper carretera en la ciudad de Limón, en el Atlántico, con financiamiento del Eximbank de China. Como era un proyecto largamente esperado por los ticos, la reacción al mismo ha sido favorable. Una de las características de la construcción de esta carretera es que aproximadamente el 33% de los trabajadores son chinos y se han construido varios campamentos para que estos trabajadores chinos vivan y duerman cerca de la obra.
En Panamá tuvimos recientemente una experiencia parecida con el proyecto Minera Panamá, al cual llegaron gran cantidad de trabajadores chinos, a pesar de que este proyecto no cuente con capital de inversionistas chinos. En el puerto de Isla Margarita que construye el Grupo Landbridge, en el Atlántico, también trabajan gran cantidad de chinos que viven en campamentos, según lo ha denunciado el analista político Evans Ellis en la publicación ‘Global Americans’ (septiembre 21, 2018). Evans se pregunta por qué el sindicato Suntracs no ha denunciado lo anterior, cuando normalmente este sindicato efectúa protestas cuando se construyen obras en Panamá con trabajadores extranjeros.
¿Cuál es la razón que se contrate trabajadores chinos para estas obras? ¿Son esos trabajadores más productivos que los ticos o panameños? Quizás la respuesta es que los trabajadores chinos no son miembros de ningún sindicato y no efectúan protestas, aunque se les vulnere sus derechos. Quizás esta sea una forma de garantizar a las compañías constructoras que las obras se llevan a cabo sin interrupciones.
No cabe duda de que las compañías constructoras chinas han ganado varias licitaciones en Panamá, por ejemplo, el puerto de cruceros en Amador y el Cuarto Puente sobre el Canal, indudablemente porque son muy competitivos y pueden presentar propuestas más bajas que las constructoras panameñas o de otros países.
O sea que la situación con las constructoras chinas tiene aspectos positivos, como el de ser más económicos, pero por otro lado afecta la empleomanía en Panamá, sobre todo en estos momentos en que el sector de la construcción ha entrado en un proceso de desaceleración. Indudablemente que el Suntracs no demorará en denunciar el caso del puerto Isla Margarita y todo lo anterior será objeto de un debate público. Los analistas políticos y el gobierno deberán decidir qué le conviene más al país.