Hoy no es un martes cualquiera. Mientras en el pequeño Istmo centroamericano miles de panameños y visitantes se alistan para recibir al papa Francisco, en Nueva York, un hijo de la tierra del Canal obtendrá su credencial para ingresar al templo de los inmortales del béisbol.
Mariano Rivera, el pelotero de las opiniones divididas, será anunciado esta tarde como nuevo integrante del Salón de la Fama de Cooperstown.
Rivera tendrá un privilegio reservado para pocos. En Panamá, hasta hoy, únicamente Rod Carew formaba parte de ese grupo selecto. Lo logró en 1991, un año después de que los Yanquis firmaron a Mariano por una cifra que va de $2,500 a 3,500 dólares.
Desde que su nombre debutó en la boleta en noviembre, solo una duda rondaba los pasillos beisbolísticos: ¿será el primer unánime de la historia?
Debates, discusiones e insultos entonces surgieron, mientras él aseguraba con su característica calma que el asunto no lo perturbaba.