Emmanuel Dávila fue condenado a 49 años de cárcel por protestar contra el régimen de Ortega. Estudiaba inglés en la Academia Nacional de Idiomas, también cursaba cuarto año de Ingeniería industrial en la Universidad de Managua (UdeM), y es amante de la música, el deporte y los animales.
De su participación en la lucha azul y blanco se sabe poco, pero el joven de 23 años estuvo apoyando en la Universidad Politécnica de Nicaragua (Upoli).
También se atrincheró en la UNAN-Managua y estuvo en la iglesia Divina Misericordia durante el tiroteo que dejó como saldo a dos muertos. “Al principio llegaba solo a ratos a apoyar a los chavalos, luego, por seguridad de la familia, decidió atrincherarse con ellos, venía poco a la casa”, cuenta su esposa, Nohelia Moraga.
El apresamiento de Dávila fue brutal. Lo secuestraron el 20 de julio del 2018, lo trasladaron al Chipote, donde le dieron una golpiza de la cual pensó no recuperarse jamás.
Luego padeció el circo de la Fiscalía, que lo vinculó con la banda del Viper por haber estado apoyando en la Upoli.
Lo acusaron de terrorismo, portación ilegal de armas, alteración al orden público, cómplice de asesinato, robo y un sinnúmero de delitos.
“Todo eso es mentira. Él era un hombre de su casa, de su familia, trabajaba de repartidor delivery en un restaurante para conseguir dinero, porque sería papá. No soportó ver cómo estaban matando a los chavalos y se fue a apoyar, porque dijo que su hija merecía una nueva Nicaragua”, aseguró Moraga.
torturas y engaños
Cuando a Dávila lo trasladaron a La Modelo, fue llevado a la galería dos, donde estaban los demás presos políticos. Para él era una salvedad estar ahí, pero al mes la Policía llegó a sacarlo, junto a cuatro compañeros. Los golpearon y les reclamaron por ser “levanta masas”, porque supuestamente estaban planificando algo desde el encierro.
“Esa vez los golpearon, lo llevaron a la celda de régimen 004, de reos comunes, y hace una semana los sacaron de ahí con engaños, les robaron todas las provisiones que tenían, los dejaron sin comida y los llevaron a la celda de máxima seguridad”, contó afligida su esposa.
El engaño del que fueron víctimas los reos, entre ellos Dávila, consistió en hacerles creer que los liberarían.
“Antes lo veía cada 15 días, ahora seguramente una vez al mes, sufrirá hambre porque ahí no dejan que uno meta mucha comida, psicológicamente está mal, lo sé, pero estos jóvenes son guerreros, Dios les da la fuerza, superarán cada prueba”, expresó Moraga.
El autoconvocado fue trasladado junto a Lenin Salablanca, Róger Alexander Espinoza, Roberto José Cruz, Alejandro Aráuz y el periodista Marlon Powell.
Los custodios les dijeron que “ahí ya no iban a cantar el himno nacional y no escucharían sus oraciones”.
El lugar donde se encuentran ahora estos presos políticos es conocido como el Infiernillo. La denuncia de Moraga fue confirmada ayer en la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH).
Siempre firmes
Según Nohelia Moraga, su esposo y otros reos políticos están organizados en bloque de resistencia para mantener firme la lucha tras los barrotes.
“Ellos quieren que esto se sepa, van a trabajar por limpiar a Nicaragua de tanta corrupción y velar por los más necesitados, sin pactos, sin doble caras, una alianza que se enfoque en la democracia”, explicó.
Siniestras amenazas
La familia de Emmanuel Dávila ha sufrido asedio desde que su pariente fue secuestrado por la Policía. Al padre del reo lo amenazaron con quemarle la casa cuando todos durmieran. También, han sido asediados y temen por sus vidas.
FUENTE: Hoy!