La discusión para que Guatemala se convierta en tercer país seguro y disminuir la aglomeración de migrantes en las fronteras de Estados Unidos (EE. UU), conlleva a que Guatemala recibiría a 93 mil 438 solicitudes cada año en promedio solo de migrantes de El Salvador y Honduras.
En los últimos cinco años 467 mil 193 migrantes de El Salvador y Honduras pidieron asilo en EE.UU. según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y si Guatemala se convierte en tercer país seguro tendría que atender esa demanda.
Solo el año pasado los migrantes salvadoreños y hondureños generaron 161 mil 417 peticiones de asilo.
El año pasado, el Instituto Guatemalteco de Migración (IGM) atendió apenas 262 peticiones de refugio de migrantes, un promedio de 22 solicitudes al mes.
La atención para tramitar y analizar las peticiones de asilo debería de aumentar en 100 por ciento, número que el experto en migraciones de la Facultad Latinoamericana en Ciencias Sociales (Flacso), Marcel Arévalo señala, es “imposible de cumplir” ya que el país “no está en capacidad” de ser un tercer destino seguro para migrantes.
“Atender más de 93 mil solicitudes de asilo es una tarea enorme y eso que solo hablamos de trámites y decisiones migratorias, pero el problema no es solo administrativo porque al refugiado hay que brindarle y garantizarle vivienda, trabajo, derechos humanos, empleo y desarrollo humano digno”, expuso Arévalo.
Este año las autoridades de Migración han recibido hasta el 11 de julio pasado 219 solicitudes de asilo y se proyecta que a final de año se sobrepase la cantidad de peticiones del 2018.
Además, las advertencias del presidente de EE.UU. Donald Trump de imponer aranceles a remesas y productos han causado preocupación en el país, en ese contexto Arévalo expone que ante cualquier “presión” siempre debe analizarse la capacidad de Guatemala para atender a miles de migrantes.
El director de la Casa del Migrante Mauro Verzeletti señaló que “la capacidad de Guatemala no solo se ve limitada en tramitar asilos sino en el cumplimiento del Estatuto de los Refugiados de 1951 de Acnur”, porque se deben garantizar derechos humanos y condiciones dignas de vida a los asilados.
“Es irresponsable someter a Guatemala a dar refugio cuando no puede garantizar la vida digna de los suyos -guatemaltecos migrantes-, los gobernantes deben pensar en el bien común y con esta posibilidad no lo hacen, por el contrario, expusieron a la población ante amenazas que por el momento medita Donald Trump”, criticó Verzeletti.
Según Acnur, el año pasado Guatemala fue el tercer país del mundo cuyos ciudadanos solicitaron asilo en EE. UU., 84 mil 848, solo detrás de México y El Salvador.
“Pone en que pensar la lógica de las políticas migratorias del gobierno porque por un lado quieren atender a 93 mil migrantes de El Salvador y Honduras, pero por otro lado dejan que 84 mil guatemaltecos huyan a EE. UU. por falta de oportunidades para tener vida digna. Los datos de Acnur son solo una advertencia de lo que se viene para Guatemala”, enfatizó Verzeletti.
País sin atractivos
El año pasado 161 mil 417 migrantes salvadoreños y hondureños solicitaron asilo en EE. UU. y para lograrlo tuvieron que pasar por Guatemala; sin embargo no pidieron ayuda, lo que refleja que el país no es atractivo o una alternativa para quedarse a vivir.
Javier Colindres, migrante hondureño, salió de Tegucigalpa el martes pasado y optó por albergarse en la Casa del Migrante, en la zona 1 capitalina. Colindres explicó que su finalidad es migrar a EE. UU. y que tomó un descanso en Guatemala para encontrarse con el coyote que lo llevará a México.
“Mi sueño es como el de miles, prosperar a mi familia con lo que pueda ganar en Estados Unidos, a mí nunca me ha pasado en la cabeza quedarme en Guatemala porque creo que eso no me ayudará, las cosas acá se ven igual que en Honduras”, relató Colindres.
En la Casa del Migrante hay migrantes salvadoreños y hondureños que huyen, han empezado su trámite en Migración para refugiarse en el país y aseguraron que lo hacen solo “por necesidad” porque fueron víctimas de violencia en sus países de origen.
Trabajó como comerciante en un barrio popular de Tegucigalpa, pero vivió con el acecho de pandilleros en la última década.
“Mi negocio estaba bajo de ventas y los pandilleros me siguieron pidiendo la extorsión y un día me cansé, decidí no darles más dinero, pero eso me costó mucho dolor que sigo aguantando: mataron a mi esposa e hijo frente a mí”, relató el migrante que por seguridad no quiso identificarse.
El migrante hondureño expuso que se refugia en Guatemala porque está cerca de los familiares que le quedan en Honduras, “en Guatemala siento más seguridad para continuar mi vida, los pandilleros me destruyeron, pero necesito estar cerca de lo que me quedan de familiares y ellos -padres y hermanos- podrían venir a verme, es una ventaja de quedarme acá”, expuso.
FUENTE: PRENSA LIBRE