Pero la baja popularidad con la que Jimmy Morales está terminando su mandato no hará más manejables a los gigantescos retos que aguardan a su sucesor en la presidencia de Guatemala.
Plagada por escándalos de corrupción, Guatemala también ha visto a tres de sus últimos cinco presidentes pasar por la cárcel.
Y, por si eso fuera poco, Alejandro Giammattei también tendrá que lidiar con las imprevisibles consecuencias del acuerdo migratorio firmado con Estados Unidos, que el presidente estadounidense Donald Trump llamó de “tercer país seguro” aunque el gobierno de Morales rechaza denominarlo así.
Pero ¿qué significa todo esto en la práctica para el nuevo mandatario?
Reto 1: “sobrevivir a Trump” y sus planes para que Guatemala sea un muro contra la migración
La paradoja no se le escapó a nadie: Guatemala, un país que en los últimos seis meses vio a 235.000 de sus habitantes —el 1,5% de su población— ser detenidos tratando de entrar a EE.UU., aceptó en julio pasado tratar de servir de tapón a la migración proveniente del resto de Centroamérica.
Y para Martín Rodríguez Pellecer, director de Nómada, “el tema del tercer país seguro es una potencial bomba de Hiroshima por la crisis humanitaria que puede producir” en el país centroamericano.
El estatus podría obligar a Guatemala a acoger a los solicitantes de asilo en EE.UU. que hayan cruzado por su territorio, lo que supondría una enorme carga para un pequeño país que tiene registrado a casi el 60% de su población como viviendo en condiciones de pobreza.
Pero además Rodríguez Pellecer no cree que la medida vaya a reducir el flujo migratorio hacia EE.UU., lo que en su opinión también podría hacer que el presidente Trump termine imponiendo las sanciones con las que amenazó para forzar el acuerdo migratorio.
“Las amenazas en caso de no hacerlo —impuestos a las remesas, que son el 12% del PIB, e impuestos a las exportaciones a EE.UU., que son el 5% del PIB— nos estrangularían económicamente“, advierte el director de Nómada.
“Pero eso tampoco va a evitar la migración. Entonces corremos un riesgo muy grande (y habrá que ver) cuáles van a ser las siguientes medidas que va a tomar Trump para evitarla”, agrega.
“La duda detrás de todo esto es qué mueve a Trump”, apunta por su parte Enrique Naveda, el coordinador general de Plaza Pública, el proyecto periodístico de la Universidad Rafael Landívar.
“¿Lo mueve una crisis migratoria real que le preocupa mucho y que tiene en la frontera? ¿O le mueve el deseo de obtener una victoria propagandística de cara a las elecciones?”, se pregunta.
Y el coordinador de Plaza Pública también destaca que el acuerdo todavía puede ser anuladopor las instituciones estadounidenses o las guatemaltecas, incluyendo al nuevo presidente.
“EE.UU. también ha dicho que está negociando acuerdos similares con Honduras y El Salvador, y que va a continuar haciéndolo con Nicaragua, Costa Rica y hasta Panamá. Y qué impacto vayan a tener esos acuerdos, si se llegan a firmar, en el flujo de migrantes a Guatemala, es otra consideración importante”, agrega Naveda.
“Tampoco se sabe qué aporte va hacer EE.UU. Como es tan poco claro el acuerdo, no hay más que conjeturas“.
Para Naveda, “lo que sí está claro es que no va a logra mitigar la migración hasta que no resuelvan esos otros problemas estructurales que se derivan del mal funcionamiento del Estado y el pésimo desempeño de la economía”.
De hecho, para él la transformación del Estado y del sistema económico son los retos más importantes que tiene que resolver Giammattei, aunque “el de la relación con EE.UU. a partir del problema migratorio” es, sin duda, el más inmediato.
Y algo similar opina Rodríguez Pellecer, quien sin embargo insiste en que el “reto de sobrevivir a Trump” no es nada despreciable.
Reto 2: darles a los guatemaltecos razones para quedarse en Guatemala
Si tener que lidiar con las consecuencias políticas y geopolíticas de la migración masiva es un reto relativamente novedoso, esa migración es el resultado de viejas deudas de la clase política guatemalteca.
Y tanto Naveda como Rodríguez Pellecer concuerdan en que uno de los principales retos de Giammattei es el de la reducción de la pobreza y la desigualdad.
“De los tres países del Triángulo Norte —región que incluye también a El Salvador y Honduras—, Guatemala es el único en el que la económica es la causa principal de migración, no la violencia. La violencia cada vez se entremezcla más, pero la causa principal es la económica”, destaca Naveda.
Y por eso, para Rodríguez Pellecer “reconstruir o construir un sistema económico que genere prosperidad” es la mejor forma de evitar “que el 15% de los guatemaltecos tenga que ir a EE.UU. a buscar trabajos en los que que les paguen mejor”.
La tarea no parece sencilla. “Guatemala es el único país de América Latina que no ha reducido pobreza porque tenemos un sistema de desarrollo basado en la élite y no en los ciudadanos. De hecho, Daron Acemoglu y James Robinson (economista del Instituto de Tecnología de Massachusetts e investigador de ciencias políticas de la Universidad de Chicago, respectivamente) nos usan como uno de los ejemplos de (el libro) “Por qué fracasan las naciones””, explica el director de Nómada.
“Se suele decir que cuando uno parte de muy abajo ha de ser más fácil crecer rápidamente. Pero cuando parte de muy abajo lo que sucede es que uno no tiene las estructuras básicas para crecer rápidamente y hay que construirlasantes”, reconoce Naveda.
Ambos analistas coinciden además en que no es sólo el modelo económico el que debe transformarse para funcionar para la mayoría, pues lo mismo también aplica al aparato del Estado.
De hecho, para Rodríguez Pellecer el primer reto del nuevo mandatario es “hacer funcionar a un Estado que lleva cuatro años en pausa, especialmente en los programas sociales para los más pobres: las transferencias monetarias condicionadas, la atención en salud, en educación”.
Mientras que Naveda identifica como prioritaria “la reforma del Estado, para que funcione al servicio del interés general”.
Reto 3: construir legitimidad y darle credibilidad a la lucha contra la corrupción
Después de años ofreciéndose como un faro de esperanza en la lucha contra la corrupción, gracias al trabajo de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), el mandato de Giammattei en cierta forma marcará el inicio de una nueva era.
Pero no es precisamente optimismo lo que rodea el fin del mandato de la Comisión, que se hará efectivo el próximo 3 de septiembre.
Giammattei también tuvo problemas con la Cicig y no se mostró interesado en renovar su mandato ni en defenderla de los ataques de su predecesor, Jimmy Morales.
Y el mismo proceso electoral que lo coronó fue visto por muchos como una primera victoria del llamado “pacto de corruptos”.
“Guatemala es un Estado abiertamente clientelar, atravesado por padrinazgos, patrimonialismo, etcétera. Y mucha de la gente que está ahí, que depende de esas estructuras para su reelección, las ha intentado mantener expulsando a la Cicig y conteniendo la fuerza del Ministerio Público”, explica Naveda.
“Y, en buena medida, los dos candidatos que llegaron a la segunda ronda suponían una forma distinta cada uno de restauración del viejo régimen de corrupción e impunidad, que nunca logró romperse”, le dice a BBC Mundo.
“Este gobierno va a tener que ganarse la legitimidad, no solo en las urnas sino con acciones concretas”, opina Rodríguez Pellecer.
De hecho, para el director de Nómada, “el nuevo gobierno no va a tener tiempo para una luna de miel ni tiempo para que la gente tenga paciencia y espere resultados. Y va a tener muy poco tiempo antes de que la gente se enoje y empiece a exigir resultados”.
Y él identifica como un reto importante “reinventar o volver a permitir este esfuerzo superexitoso que tuvimos en los últimos diez años de lucha contra la impunidad y la corrupción, que fue frenado por el sistema de impunidad y corrupción“.
Su colega de Plaza Pública, Naveda, advierte sin embargo que si bien la corrupción sí es considerada un problema por los guatemaltecos, en estos momentos “no es un problema por el que se esté movilizando a nadie”.
“Es muy probable, en mi opinión, que si viene un gobierno que mantiene capturado al Estado pero es capaz de proveer servicios básicos o condiciones de empleo que mejoren la calidad de vida de una buena parte de la población, ese gobierno se pueda establecer y pueda generar continuidad”, le dice a BBC Mundo.
“La principal demanda es la mejora de la calidad de vida de la gente, e incluso dentro de un Estado capturado hay margen para esto. Lo que pasa es que no ha habido partido antes que haya puesto al Estado al servicio de la mejora de las condiciones de vida”, advierte.
Si la cosa será diferente conAlejandro Giammattei está por verse.