El Observatorio Nacional de la Violencia, de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), aseguró que la violencia y las muertes violentas registradas en los espacios deportivos ha ido en aumento y que en las del sábado, en la capital fue utilizada la barbarie.
“La autoría de los hechos aludidos, que se adjudican en principio a las barras han ido en incremento”, asegura el comunicado del Observatorio.
“fueron ejecutados de forma intencional…destacando la barbarie utilizada en las muertes del sábado”.
Según el registro, desde el 2017 se registran 35 muertes violentas, de los cuales, 19 murieron, 10 homicidios fueron ejecutados de forma intencional y 4 víctimas por asfixia en la entrada del Estadio.
En el 2018 murieron 9 personas y en lo que va del 2019 unas 12 perdieron la vida de forma violenta, destacando la barbarie utilizada en las muertes del sábado anterior.
IUDPAS también considera que la violencia y las muertes registradas en los espacios deportivos, especialmente en Tegucigalpa y San Pedro Sula, deben dejar de tener un enfoque que se limite al ámbito del fútbol o de un determinismo sociofamiliar y político ideológico que limita una interpretación completa de estos hechos y su entorno.
Advierte que “la violencia y su secuela de crimen está arrebatando los espacios de la vida pública”.
“Y las barras legitimadas como espacios de poder por los mismos equipos deportivos. De un fenómeno social se están convirtiendo en una agrupación de odio y de consecuencias de brutalidad criminal”, precisan.
Consideran que “el Estado debe asumir la responsabilidad de la investigación de estos hechos a profundidad, y diferenciar las relaciones: barra, pandilla y crimen organizado, pues solo investigando cabalmente estas organizaciones y sus hechos pueden tomarse decisiones correctas”.
“Las 35 víctimas y sus familias tienen derecho a una investigación y a que los responsables de los crímenes sean llevados a la justicia y que sean castigados. El Estado no puede delegar en los socios de los equipos, una responsabilidad que le es indelegable, como es la seguridad de las personas; y la federación de fútbol no puede dar prioridad a la rentabilidad y la ganancia por la seguridad personal de los que asisten a un encuentro deportivo”, precisan.
“El video que ha circulado en las redes sociales y que algunos medios de comunicación lo han difundido, exhibe la brutalidad y la barbarie utilizada por los criminales contra las víctimas, desnuda la deshumanización de los autores y profundiza el dolor de las familias de las víctimas”.
También, opinan que el Estado y la sociedad deben revisar las políticas en materia de seguridad, sacar las mejores lecciones y las políticas insuficientes o menos efectivas, incluir aquellos elementos de políticas públicas que aún no han sido puestas en prácticas o que han sido muy débiles”.
“Este problema que atraviesa todo el país y que este fin de semana exhibió uno de sus peores rostros, no puede ser utilizado para hacer política partidista, ni por quienes hoy tienen el poder, ni por quienes aspirar a obtenerlo. Es un problema de Estado, y es con este enfoque y dimensión que debe asumirse”.
“En términos generales la sociedad hondureña desconoce el funcionamiento y administración de los equipos de futbol y de las instalaciones deportivas. Si éstos son sociedades mercantiles, los accionistas tienen una responsabilidad frente a los aficionados y a los jugadores, pero todo apunta a entender que la definición y las decisiones en torno a los días y las horas en que se desarrollan las competencias deportivas, obedecen básicamente a criterios de rentabilidad mercantil, sin tomar en consideración la inseguridad y la violencia de las ciudades donde se han protagonizado estos hechos”.
“También es un contrasentido que parte de los patrocinadores del deporte provenga de empresas que producen y distribuyen bebidas embriagantes, sustancias disparadoras de violencia”, señalan.
Para el Observatorio “la pobreza e inequidad es responsable de la exclusión, pero no es suficiente para explicar el odio, la destrucción, la violencia y el crimen. Históricamente Honduras junto a Nicaragua, Haití y Bolivia ha estado entre los cuatro países más pobres del continente americano, y ninguno de los tres países ha llegado a los niveles de violencia y crimen a los que llegó Honduras”.
“Explicar el crimen por la pobreza es estigmatizar más a los pobres. En los sectores pobres el crimen organizado recluta a los operadores; pero el crimen y el delito se ha expandido por la impunidad, la colusión y complicidad de algunas autoridades, y por la participación directa de algunos sectores vinculados a las diferentes esferas del poder nacional en delitos de gran impacto”.
FUENTE: La Tribuna