También la rubeola, la fiebre amarilla, la poliomielitis o el sarampión.
De hecho, con los recursos sanitarios de muchos países volcados en luchar contra los estragos que deja el coronavirus a su paso, el número de muertes totalmente prevenibles gracias a una vacuna ha repuntado.
Además, los riesgos de tener en casa un bebé sin vacunar son múltiples.
“Puede caer gravemente enfermo si adquiere una enfermedad prevenible por vacunas como el sarampión o la enfermedad meningocócica”, dice el doctor Francisco Álvarez, coordinador del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP).
“O desarrollar una discapacidad porque además de la muerte pueden producir sordera, amputaciones o déficits neurológicos”, añade.
También pasar la infección a las personas vulnerables de su hogar si no están protegidas.
En el caso de Latinoamérica “esto ya era un problema, porque justamente en años previos se observó el impacto de una menor coberturas de vacunación para ciertas enfermedades, especialmente sarampión”, explica a BBC Mundo Alfonso J. Rodríguez-Morales, vicepresidente de la Asociación Colombiana de Infectología.
“En las zonas de algunos países, como Brasil, la menor cobertura junto con la llegada de refugiados venezolanos sin vacunación, produjeron rebrotes en el norte”, añade.
Saturación de los sistemas sanitarios
La Organización Panamericana de la Salud achaca la menor vacunación en la región a diversos “cuellos de botella” surgidos tras la llegada del nuevo coronavirus.
Los países han tenido que “reorganizar los sistemas de salud para hacer frente a una afluencia de casos positivos de covid-19, incluida la redistribución de recursos humanos, y se han encontrado con dificultades para importar vacunas“, afirmó la organización.
Otros obstáculos han sido el retraso en los servicios de vacunación de rutina debido a los confinamientos y la preocupación de la población por tener que acudir a los servicios de atención médica durante una pandemia.
Miedo a ir al hospital
Es exactamente lo que le pasó a Ana María Cárdenas.
A su bebé, Federico, le tocaba ponerse varias vacunas cuando el coronavirus llegó a Bogotá.
“No queríamos llevarlo a ningún centro de atención médica. Nos daba miedo y decidimos retrasarlo lo más posible”, cuenta.
“Llegamos a contemplar la posibilidad de contratar una empresa que viene a casa y le pone las vacunas, pero lo descartamos porque el costo era muy alto“.
La OMS añade como causas la desigualdad social, las turbulencias políticas y los años de débil crecimiento económico en América Latina.
A la cola mundial
Todos estos factores contribuyeron, por ejemplo, a que Brasil, Bolivia, Haití y Venezuela se sitúen entre los 20 países que peores notas sacan cuando se examina cuántos niños recibieron la tercera dosis de la triple vacuna contra difteria, tétanos y tos ferina entre 2010 y 2019.
México y Honduras también entran en esa lista de países a la cola.
El informe de Naciones Unidas analizó las cifras de 195 países.
El retroceso en Brasil en ese periodo fue de un 26%.
Le siguen Bolivia y Haití con una caída del 16% cada uno en esos nueve años, Venezuela con un 14% menos, México con un 13% y Honduras con una pérdida de protección del 10%.
Es cierto que la región nunca pasó de una cobertura media global del 81% para esta vacuna, que es el porcentaje en el que se encontraba en 2019, antes de la crisis del coronavirus.
Pero la cifra la sitúa por debajo de la media global, que es del 85%.
Para la OMS, los datos se agravan al tener en cuenta queen 2019 Brasil contaba con 542.000 niños que no han recibido ninguna dosis de la triple vacuna y México, con 348.000.
También otras vacunas
La pérdida de protección se repite también en otras vacunas dentro de Latinoamérica y el Caribe.
Con los datos aportados a BBC por la Organización Panamericana de la Salud, si en 2017 la vacuna de la tuberculosis se había administrado al 97% de los niños de la región, la cifra cayó en 2019 a tan solo el 84%.
El mismo patrón se repite con la vacuna que completa el ciclo de las de la hepatitis B. Tocó su pico máximo de cobertura con el 92% en 2012 y de ahí no ha hecho más que caer hasta el 86% de 2019.
La vacuna de la polio alcanzó en 2011 al 94% de los niños latinoamericanos o caribeños, para retroceder al 86% en 2019.
“Es vital que los programas de inmunización continúen, de manera segura y siempre que sea posible, para prevenir brotes de enfermedades prevenibles por vacunación y evitar abrumar los sistemas de salud”, dijo la OPS.
Imposible elegir
En un estado de emergencia sanitaria como el que plantea el covid-19, ¿hay alguna vacuna esencial?,¿alguna en la que los servicios médicos puedan centrar sus esfuerzos hasta que todo pase?
“La verdad sería difícil y dependerá de la edad del niño así como de su ubicación. Por ejemplo, si es un recién nacido y está en Colombia, se necesita que tenga la vacuna contra la tuberculosis y la de la hepatitis B“, responde Rodríguez-Morales.
“Pero si tuvieses 2 meses de edad, en el mismo país, la vacuna más valiosa teóricamente podría ser la pentavalente porque lo protege simultáneamente contra hepatitis B, la meningitis, la difteria, la tosferina y el tétanos”, explica.
Sin embargo, recuerda: “En los esquemas de inmunización todas las vacunas son importantes y deben ser aplicadas oportunamente”.
Frentes de batalla
La ONU reconoce que el nivel de ingresos del país juega un papel muy importante en si los niños están vacunados o no.
También la desinformación.
“Se estima que el 95% de los niños que viven en países de altos ingresos fueron vacunados contra contra la difteria, el tétanos y la tos ferina en 2019 en comparación con aproximadamente el 74%”, señala el informe.
“Esta brecha en la cobertura se ha mantenido estable desde 2010”, agrega.
Sin embargo, el organismo detectó que la decisión de los padres de no poner vacunas que son obligatorias a sus hijos porque no creen en ellas no entiende de clases sociales.
“Las dudas sobre la vacunación tienen que ser combatidas entre la población de ingresos altos, así como en ingresos bajos y medios a través de una comunicación efectiva y enfoques de participación comunitaria”, se lee en el informe.