La ONU pidió este viernes a la comunidad internacional 565 millones de dólares para dar una respuesta inmediata a la situación tras la explosión en el puerto de Beirut y ayudar a su recuperación económica, urgiendo a devolver la “increíble solidaridad” de El Líbano con los refugiados sirios y palestinos.
Una serie de devastadoras explosiones el pasado 4 de agosto destruyeron la mayor parte del puerto, arrasaron los vecindarios circundantes, dañaron seis hospitales y más de 20 clínicas de salud, destruyeron 120 escuelas, causaron 6.568 heridos y se cobraron la vida de 178 personas.
La ONU señaló que abordará la respuesta humanitaria desde cuatro ámbitos, comenzando por el de la seguridad alimentaria, con la entrega de comidas calientes y la estabilización del suministro nacional de cereales; y la salud, mediante la rehabilitación de las instalaciones dañadas y suministro de kits de trauma y medicamentos esenciales.
También entra en su plan dar refugio a la población, proporcionando dinero en efectivo para albergar a las familias reubicadas y financiando la reparación de las áreas e instalaciones de los edificios comunes afectados por la explosión; y apoyar el plano educativo a través de la reparación de escuelas, la provisión de materiales y de apoyo psicológico para los niños afectados.
La coordinadora especial adjunto para El Líbano de la ONU, Najat Rochdi, dijo en un comunicado que la magnitud de la pérdida por las explosiones de Beirut “es tan grande que es probable que todas las personas en El Líbano hayan sido afectadas por este terrible evento”.
“He visto de primera mano la destrucción y el miedo, pero también he sido testigo de la notable fuerza y dignidad del pueblo de El Líbano, que se ha acercado para ayudarse unos a otros con amor y compasión. La tarea de reconstruir la vida de las personas y recuperarse de la devastación apenas está comenzando”, apuntó.
La coordinadora instó asimismo a la comunidad internacional a demostrar su “firme compromiso” con los libaneses y devolver la “increíble generosidad” de El Líbano con los refugiados sirios y palestinos con pleno apoyo financiero.
A juicio de Rochdi, las explosiones se produjeron mientras el Líbano se enfrenta a una crisis multifacética que conjuga la contracción económica, el aumento de la pobreza y de los precios, que han agravado las necesidades de las comunidades libanesas y no libanesas, incluidas las grandes poblaciones de refugiados sirios y palestinos, con el aumento de la transmisión de COVID-19, que está sobrecargando los sistemas de salud del país.
Actualmente, más de 2.000 personas en Beirut están recibiendo medicamentos para enfermedades crónicas agudas y apoyo psicosocial a través de diversos programas de ayuda humanitaria.
La ONU también ha puesto en marcha una línea de ayudas para facilitar la distribución de 10, 000 vacunas contra el tétanos, 42 kits de emergencia con medicinas para los centros de atención primaria y más de 5.000 kits de higiene femenina destinados para mujeres y niñas.
Al mismo tiempo, Unicef está suministrando agua, comida, ropa y detergente para unos 700 niños en edad escolar y sus cuidadores.
Por otro lado, desde que sucedió la deflagración se han reavivado las protestas iniciadas en octubre pasado para pedir la dimisión de toda la clase dirigente y desembocó a principios de esta semana en la caída del frágil Gobierno liderado por el primer ministro, Hassan Diab.
Preguntado por las protestas, el portavoz de la ONU Stephane Dujarric dijo ayer que “ya sea en Minsk o en Beirut o en cualquier lugar” a los ciudadanos se les debe permitir demostrar libremente sus sentimientos y su ira y que en el caso de El Líbano, agregó, “está muy claro que la gente está enfadada”.
Fuente: La Estrella de Panamá