En la ciudad de León, la vida de muchos periodistas no volvió a ser la misma después del 18 de abril. Las amenazas, el asedio y el temor forman parte de su realidad cotidiana por haber informado sobre la violencia policial que se desató contra los estudiantes que protestaron en abril. A pesar del riesgo, muchos siguen informando, pero ya no viven en sus casas, ni pueden llegar a los medios de comunicación donde trabajaban, principalmente los de radio, sino que hacen una especie de periodismo clandestino.
El periodista y propietario de radio Mi Voz, Álvaro Montalván, fue liberado el jueves tras una detención de cuarenta horas en la Dirección de Auxilio Judicial de León
Fue golpeado y humillado por el jefe orteguista de la Policía de León, comisionado mayor Fidel Domínguez.
Lo desnudaron tres veces frente a los reos y el jefe de la Dirección de Auxilio Judicial de León, Arnulfo Vallejos, lo anduvo de celda en celda, ofreciéndolo como “carne fresca” a los reos comunes.
Montalván fue detenido el miércoles por reclamarle a un grupo de policías, dirigidos por el comisionado Domínguez, por qué estaban dentro de su propiedad, en unos predios cerca de la radio, donde el periodista llegó en su carro ese día.
El comisionado Domínguez respondió al reclamo de la manera más vulgar, a nivel del más bajo delincuente sin valores, ni educación y se le abalanzó encima para golpearlo con una pandilla de policías que no escatimaron en golpes e insultos.
Montalván contó que lo sacaron del carro agarrándolo de la cabeza, metiéndole los dedos en los ojos, lo golpearon en el pecho, en las costillas, trataron de destruir su carro y le quitaron todas sus pertenencias.
En la delegación de la Policía el periodista fue llamado “golpista y terrorista” por los mismo oficiales, también fue acusado de levantar tranques en la ciudad. “Mi preocupación está de cara a lo que me dijo el propio jefe de la Policía, de que si abría las tapas, él se encargaría de llevarme al Chipote”, dijo Montalván.
“Quiero que la opinión pública sepa que si a mí me pasa algo, el jefe de la Policía me amenazó y esto me parece que no puedo ocultarlo, porque tengo además familia y esto yo no creo que sea una orientación del presidente de la república, mandarme a decir que si yo hablo me van a mandar a callar o me van a mandar a echar al Chipote.
Nosotros no hemos levantado tranques en este país, nosotros no tenemos armas y no hemos asumido ninguna posición política, no es nuestro rol, nosotros somos comunicadores, somos periodistas”, agregó el comunicador.
Ya había sido agredido
Desde hace doce años, Montalván abre los micrófonos de su radio a ciudadanos que denuncian injusticia de toda índole, incluso abuso y corrupción institucional, lo que desde hace tiempo lo puso en el radar de funcionarios públicos y simpatizantes del partido gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que no aceptan ningún tipo de crítica. Con la crisis del 18 de abril, cuando comenzó la represión policial y paramilitar contra las protestas civiles que demandan la salida de Daniel Ortega del poder, radio Mi Voz informó la brutalidad policial contra los estudiantes.
El 23 de junio un grupo de hombres armados entró a quemar su radio mientras a él lo mantenían neutralizado, apuntándole con un fusil AK-47 en la cabeza. Montalván no puede regresar a su casa ni a su radio, que son propiedades vecinas, porque a unos 150 metros queda una estación policial.
La Policía nunca hizo nada contra las personas que quemaron parcialmente su radio, incendiaron su camioneta y trataron de destruir la antena de transmisión de la señal radial.
En el país, la Policía Orteguista se declara abiertamente afín a los intereses del FSLN y en nombre de este partido agrede a todo el que critica, denuncia y se opone al régimen de Ortega, incluso a los periodistas que transmiten el mensaje.
Seguirán informando
A pesar de lo ocurrido, Montalván dice que seguirá informando. Lo mismo dicen los reporteros que aún le quedan a radio Mi Voz. Uno de ellos es Bismark Lenín Lebrón Ruiz, de 30 años.
El 18 de abril fue golpeado y robado por un grupo de orteguistas cuando estaba cubriendo las protestas en León.
Desde ese día sus fotos circulan por las redes sociales y lo acusan de quemar instituciones públicas, lo amenazan de muerte, detallan la dirección de su casa e instan a agredirlo donde lo vean. Lebrón puso la denuncia ante la Policía, pero no sirvió de nada.
“Desde ese día ya no podemos salir tranquilos, desde ese día ya no voy a la radio, trabajo desde donde esté, en mi casa tampoco puedo estar, porque en el Facebook citaron donde vivo, entonces ya no vivo en mi casa, ando trabajando en la clandestinidad”, relató Lebrón.
La misma situación está pasando todo el personal de radio Mi Voz, aunque ya nadie llega a las instalaciones del medio.
La periodista Tania López, de 26 años, que administra el portal informativo Zoom noticioso, también le robaron su celular cuando grababa los primeros días de las protestas en abril, pero aún se mantienen informando desde las calles.
El comunicador Juan Carlos Picado, de 28 años, del portal informativo Sin Censura, fue uno de los sobrevivientes a la quema de Radio Darío de León, el 20 de abril.
El joven no trabajaba para Radio Darío, pero esa noche llegó allí a redactar y subir la información que había reporteado en el día.
Cuando llegaron a quemar la radio, él y otros cuatro compañeros más fueron alcanzados por el fuego y salieron huyendo como pudieron. Él resultó con el brazo quemado.
El periodista, articulista y académico Salomón Manzanares Calero, de 45 años, estuvo preso tres días por hacer videos de las protestas en abril. Fue detenido en medio de un enfrentamiento el 21 de abril, estuvo en una celda con otras doce personas más, la cual solo tenía condiciones para dos personas.
Cuando salió, dos días después, tuvo que salir fuera de la ciudad durante dos meses y ya no sale solo.