Un helicóptero sobrevuela la línea fronteriza entre México y EU mientras miles de migrantes centroamericanos esperan frente a la incertidumbre del siguiente paso que darán en este éxodo.
Tijuana, BC. Un helicóptero sobrevuela la línea fronteriza entre México y Estados Unidos mientras miles de migrantes centroamericanos esperan frente a la incertidumbre del siguiente paso que darán en este éxodo.
La decisión aún no está tomada y aunque inicialmente la meta era cruzar hacia la Unión Americana, la política migratoria de Donald Trump y su reiterada negativa de permitirles el paso ha colocado a los integrantes de la primera caravana en la disyuntiva de intentar el cruce o comenzar a ver México como una opción para quedarse.
“Lo que siempre he traído en mente desde Honduras es pedir asilo en Canadá. Estados Unidos no nos quiere y nosotros buscamos libertad y una mejor forma de vida, trabajar, y pienso que Canadá tiene esas cualidades para nosotros”, cuenta Wilmer Marulengo, carpintero de 37 años, originario de Progreso, departamento de Yoro.
Para él regresar a Honduras no es opción, al igual que ocurre con la mayoría de sus compatriotas. En este contexto México se abre como una fuente de posibilidades en caso de que las solicitudes de asilo en Estados Unidos no prosperen o que ni siquiera se convierta en opción.
Por 13 años Wilmer vivió en Florida, donde en el día trabajó en construcción y por la noche fue mesero en un restaurante; sin embargo, tras una redada fue deportado a Honduras y ahora, en un segundo intento, busca reunirse con sus hijas de 15 y ocho años, quienes viven con su exesposa.
“Me deportaron y ésa es la razón por la que pienso que no voy a poder agarrar asilo en Estados Unidos, entonces no me importa esperar el tiempo que sea necesario por una respuesta , porque lo que quisiera es tener una vida normal”, dice.
Vanessa Rivera viaja con su hija de ocho años, su pareja, su hermano y Adelso Velázquez, a quien conocieron en el camino. Todos originarios de Honduras ahora esperan en la Unidad Deportiva Benito Juárez, la que acondicionaron para albergar a los miles de migrantes que llegaron a este punto fronterizo.
“Quiero cruzar y pasar con mi hija, tener un mejor futuro. Hemos tenido un gran sacrificio y no queremos que nos regresen. La cosa está difícil y he venido pensando que México es una opción para quedarse, con un buen trabajo uno puede quedarse aquí”, narra mientras está sentada en una banqueta y la línea fronteriza espera al final de la calle.
Trabajadora en una maquiladora en San Pedro Sula, reconoce que las cosas “están feas” para arriesgarse a cruzar hacia Estados Unidos y “para tomar una decisión hay que pensarlo más de tres veces.
“No hemos decidido y hay que esperar mejor, porque si uno entra a la fuerza lo pueden joder a uno, entonces el tiempo que sea necesario vamos a estar aquí”, reflexiona.
Para ella y su familia la solicitud de asilo va dejando de ser cada vez más una opción viable. Un trámite que puede durar hasta 10 meses en un centro de detención para migrantes con la incertidumbre de que la petición sea rechazada y tengan que ser repatriados a Honduras.
“Me estoy volviendo loca, no sé qué voy a hacer”, lamenta Yolanda Sifuentes, quien desde Guatemala emprendió la travesía con sus dos hijos menores.
Con seis días de haber llegado a Tijuana dice que “ya estoy aburrida de estar aquí”, México para ella no es opción pues ve pocas diferencias con su país y su plan sigue siendo cruzar a Estados Unidos.
“No me quiero entregar (a las autoridades migratorias), mi plan no es ése pero no sé qué voy a hacer. Eso de pedir asilo tarda meses, ésas son puras babosadas”, expresa con desdén.