Guatemala es un país con grandes bellezas naturales, las cuales no son suficientes para atraer a un buen volumen de inversión extranjera.
Guatemala es un país multicultural y plurilingüe, lo cual no es un activo suficiente para atraer a un buen volumen de inversión extrajera.
Guatemala es un país con grandes bellezas naturales, las cuales no son suficientes para atraer a un buen volumen de inversión extranjera.
Guatemala es un país multicultural y plurilingüe, lo cual no es un activo suficiente para atraer a un buen volumen de inversión extrajera.
Guatemala tiene ciudades declaradas Patrimonio de la Humanidad, como Tikal y La Antigua Guatemala, lo cual no es suficiente para atraer a un buen volumen de inversión extranjera.
Guatemala es la mayor economía de los cinco países centroamericanos, lo cual no es suficiente para atraer a un buen volumen de inversión extranjera.
Guatemala está situada en una magnífica posición geográfica, prácticamente al lado del mayor mercado con poder de compra del mundo (Estados Unidos), al cual nuestros productos ingresan sin pagar impuestos, lo cual no es suficiente para atraer a un buen volumen de inversión extrajera.
Todo lo anterior es un activo que los inversionistas contrastan también con un país con mucha ingobernabilidad, invasión de fincas y de hidroeléctricas, las que algunas veces son parcialmente destruidas; un país con gobiernos corruptos y temerosos, jamás comprometidos con restablecer el orden público cuando este es roto; un país alérgico a las transaccionales, cuyos habitantes consideran al inversionista extranjero como non grato.
El nuestro es un país con mucha violencia y extorsiones, con hurto y robo impune de energía; un país que tiene frecuentes retenes en las carreteras que retrasan el movimiento de los productos, y que, por consiguiente, incrementan los costos de los mismos; un país con poca certeza jurídica (la primera que, muchas veces, no la ofrece es la Corte de Constitucionalidad), y con sectores extremistas que desprecian a la propiedad privada.
Guatemala es un país en el que a sus habitantes les falta cabeza y corazón; un país en el que prevalecen las medidas de hecho y la violencia, en vez del diálogo y la búsqueda de consensos, como es lo más lógico y natural. Nos gusta vivir peleándonos unos con otros, como el matrimonio más desavenido que exista en el mundo, matrimonio que no obstante ello está obligado a vivir en la misma casa, en este caso llamada Guatemala.
Todo ello, es causa de que a nuestro país venga poca inversión extranjera, como lo resume la gráfica inserta, realizada con información del Banco Mundial, la que muestra el flujo neto de inversión extranjera (inversión menos desinversión) con relación al PIB. En 2017, el porcentaje de la inversión extranjera neta (inversión menos desinversión) fue en Guatemala de 1.37 por ciento del PIB; en el caso de la República Dominicana, de 4.74 por ciento; de Vietnam, de 6.30 por ciento; y de Panamá, de 9.81 por ciento del PIB. Esta realidad, de la cual nadie habla en Guatemala, y menos el gobierno en las cumbres internacionales, explica el apabullante título de este artículo. ¡No atraemos, repelemos! ¡Hay mucha mugre seudointelectual en Guatemala, que no nos la podemos quitar de encima ni con el mejor jabón!
En la gráfica incluí a Vietnam, un país que hace algunas décadas fue devastado por la guerra, el cual no obstante tener un PIB per cápita muy inferior al de Guatemala, ahora siguiendo el ejemplo de China, contrajo matrimonio con la economía de mercado, asegura reglas económicas y jurídicas estables, respeta la propiedad privada, lo cual se traduce en un país que atrae inversión extrajera, que conlleva crecimiento del empleo y de la economía, y que, en consecuencia, tira fuerte para adelante. ¡Cuánto no quisiéramos nosotros crecer a la velocidad en que ahora lo hace Vietnam! ¡Es del carajo nuestra mediocridad!
Termino este artículo con una pregunta a las ilustres izquierdas y derechas de Guatemala (a las que nos han gobernado y a las que nos quieren gobernar), si tú tienes en el banco diez millones de dólares, en dónde te gustaría invertirlos, ¿en Venezuela, Panamá, Nicaragua, México, Vietnam, Guatemala o Estados Unidos? Tu respuesta es más elocuente que cien palabras.