El país aún no termina de pasar la página del plan fiscal y ya el cambio de año está a la vuelta de la esquina. Este largo proceso seguido en torno al proyecto de impuestos no evita que al menos cinco amenazas externas se ciernan sobre Costa Rica con la llegada de 2019, lo que pone al país contra las cuerdas y lo obliga a hacer algo por reactivar la economía antes de que sea demasiado tarde.
Ese es precisamente el problema. Con o sin proyecto fiscal el país no puede depender de lo que ocurra fuera de las fronteras para ver mejorada su situación económica. Todo lo contrario, el horizonte es gris por lo cual lo único que queda es trabajar a nivel interno para tratar de capearse los golpes una vez estemos contra las cuerdas.
El más reciente informe del Estado de la Nación dibuja claramente el panorama. El primer lugar lo ocupa la fuerte política fiscal en Estados Unidos tendiente a recuperar inversionistas. Desde este 2018 la política ha sido de ir disminuyendo las tasas impositivas para empresas y aumentando las tasas de interés.
Estos aumentos en las tasas implican un menor flujo de capital hacia Costa Rica, lo que influye directamente en empleos y las opciones de consumo de la gente.
Estados Unidos también desarrolla una fuerte política proteccionista a sus empresas. Esto implica un desincentivo a las compañías que le venden desde el extranjero. El país norteamericano sigue siendo el principal socio comercial costarricense, lo que motiva a la necesidad de diversificar aún más los mercados, de acuerdo al Estado de la Nación.
Costa Rica tampoco puede depender de una baja en los precios del petróleo. Para 2019 es posible que se mantenga el acuerdo de los países petroleros por reducir la producción, lo cual implica precios altos y mayores costos para el sector transportes y empresas que dependen de este insumo a nivel nacional.
Tampoco puede esperarse una situación benévola con el clima. Las proyecciones indican a un alto riesgo de que se reduzcan cosechas de insumos como granos básicos y cereales, muy necesarios en el país para alimentar a otros animales. Este problema implicaría aumentos en precios finales de productos como carne, huevos, lácteos, entre otros.
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En cuanto a crisis vecinas, como la de Venezuela y Nicaragua, siguen siendo un riesgo latente que pueden generar un mayor peso para la seguridad social del país. El Estado de la Nación señala que aún no se ha medido este efecto sobre el país pero de mantenerse, plantea importantes desafíos.
¿Qué hacer?
Estas condiciones adversas representan un círculo vicioso sobre el país. Entre mayor el pesimismo y las opciones de la gente de utilizar dinero, menor es el consumo de los hogares, por lo tanto menor la recaudación tributaria y mayor el problema fiscal.
El problema es que el consumo de los hogares es el elemento que más pesa dentro de los componentes de la demanda del Producto Interno Bruto (PIB). Es decir, de cada punto porcentual del PIB un 50% está conformado por consumo del hogar, pero actualmente su crecimiento no llega ni al tres y medio por ciento, lo cual revela por qué es tan importante que la gente tenga motivos para comprar y utilizar servicios; es decir, gastar.
El secreto según fuentes políticas consultadas está en convertir ese círculo vicioso en uno virtuoso y para ello el primer paso del país debe ser el de reducir las tasas de interés locales, pese a las presiones internacionales.
“Esta debe ser una prioridad del primer trimestre de 2019, si no lo hacemos pataleamos”, señaló el diputado socialcristiano Pedro Muñoz, quien señaló haber estado sosteniendo reuniones constantes con las autoridades de Hacienda para establecer un plan de reactivación.
El gobierno firmó con el PUSC y otras agrupaciones políticas una carta de compromisos para trabajar en la reactivación económica, apenas se pasara la página del plan fiscal.
Muñoz afirmó que otra de las propuestas que deben implementarse es generar una mayor competencia entre bancos dado que en instrumentos como las tarjetas de créditos muchos se mantienen elevadas.Esta misma competencia, dijo debe promoverse entre emisores, reduciendo las comisiones.
José María Villalta, representante del Frente Amplio, considera que el gobierno debería tener un blan B y un plan C ante el plan fiscal.
“El problema es que el gobierno puso todos los huevos en una canasta, como única opción y nos ha llevado a un escenario controversial… Si se cae el plan fiscal existe el problema real de que gobierno no tenga la capacidad de hacer maniobras para buscar alternativas, y que colapse economía del país no es algo que se quisiera”, dijo.
El Estado de la Nación coincide en la necesidad de la reactivación económica, y aunque no entra en puntualizar posibles acciones, sí agrega dos elementos adicionales, un bajo nivel de encadenamientos y el desempleo:
Costa Rica necesita poner en marcha un proceso de reactivación económica que dinamice el crecimiento y la generación de oportunidades. La falta de encadenamientos productivos y las dificultades para crear empleo limitan el logro de resultados inmediatos, además las mayores presiones en los macroprecios ya restringen el consumo y la inversión. a lo anterior se le suma la insolvencia del Gobierno, que disminuye el margen de acción de la política pública para reactivar la economía con instrumentos tradicionales como el aumento del gasto público.
La conclusión del informe pasa el control del balón al Ejecutivo: “Las señales que envíe el Gobierno serán determinantes para mejorar las expectativas de los hogares y las empresas, y reducir la incertidumbre”.
Para recibir estas señales, sin embargo, habrá que esperar. El plan de reactivación del gobierno aún se encuentra en proceso y no será hasta el próximo año que se conozca, mientras se pasa la página del plan fiscal.