onathan Solís, Georgina Hidalgo, Milú Zepeda, Jacobo Martínez y Xiora Martínez fueron parte de los más de trescientos mil nicaragüenses que perdieron su empleo directo e indirecto con la crisis sociopolítica que inició en abril.
El país se estremeció con la represión del gobierno que dejó desde entonces entre 325 y 535 muertos, según organismos de derechos humanos. También hubo impactos en la economía.
Jonathan Solís no olvida el viernes 29 de junio. Todo comenzó cuando su jefe los convocó a una reunión de emergencia para informarles que la crisis los había afectado y varias áreas de la compañía iban a desaparecer.
“El 29 de junio nos dieron la mala noticia. Obviamente fue un día muy triste porque estábamos preparados que íbamos a llegar por lo menos a diciembre, pero no fue así”, dijo Solís.
Ese mismo día su mejor amiga Georgina Hidalgo también había sido despedida de su trabajo. Al igual que Jonathan, la pérdida del trabajo la había afectado emocionalmente.
“La noticia me afectó bastante, obviamente al quedarme sin empleo todos mis sueños quedaron estancados”, cuenta Hidalgo.
Después de esta situación inesperada, Jonathan y Georgina pensaron en qué hacer y salió la idea de que administrando perfiles en redes sociales podrían ganarse la vida.
“Ahora nosotros ofrecemos servicio de administración en redes sociales, ya tenemos seis clientes y a pesar de la situación nos ha ido muy bien. Tenemos el sueño de en un futuro poder tener nuestra propia agencia”, sostuvo Jonathan Solís.
De igual forma Xiora y Jacobo, quienes se dedican a la producción de audiovisuales, perdieron muchos clientes con la crisis y entonces pensaron en exportar sus servicios y hoy tienen contratos en otros países de Centroamérica.
“En este momento no nos quedaba más que reinventarnos, la crisis fue un cambio positivo, porque nos empujó a buscar otras alternativas como exportar nuestros servicios ”, dijo Jacobo Martínez, propietario de una empresa de audiovisuales.
Milú Zepeda también tuvo que reinventarse. Antes de la crisis tenía una empresa familiar de transporte, pero con la crisis debió cerrarla y así inició otra negocio vendiendo postres.
Otra mentalidad
Todas las personas que emprendieron coinciden en que son proyectos que siempre han tenido en mente, pero que nunca echaron a andar por temor a que no funcionaran, pero hoy se dan cuentan que la crisis los empujó a hacer realidad ese sueño.
“Nos tocó reinventarnos, jamás pensé que en esta crisis iba a resurgir y nos ha ido bien”, cuenta Milú Zepeda.