El 22 de abril de 2018, era el día cero en el que Ciudad del Cabo, Sudáfrica, se quedaría sin agua. Una metrópoli de cuatro millones de habitantes se convertiría en el primer sitio en quedarse sin el suministro del vital líquido.
Después de una larga campaña orientada al cambio de los hábitos de consumo de los pobladores, se logró postergar la fecha. Pero, a pesar de los esfuerzos, no habrá marcha atrás. El día cero ronda como un fantasma el calendario de esta ciudad sudafricana, un espejo en el que podrían reflejarse los demás países del mundo.
Los reveses del cambio climático, la falta de una cultura de uso responsable de agua y una inadecuada política, empiezan a dar resultados negativos. Un estudio de World Resources Institute asegura que más de 30 países sufrirán escasez de agua en las siguientes dos décadas, lo que afectará a millones de personas, principalmente aquellas que presentan un mayor índice de pobreza.
Dicha realidad no se vive muy lejos de Panamá. A 1,481 kilómetros del país del Canal y los culecos tableños, República Dominicana enfrenta hoy la más fuerte sequía de toda la historia reciente de la isla La Española: tres meses sin lluvias y más de doscientas cabezas de ganado perdidas, lo que ha provocado una reducción del 35% de la producción de leche y carne de res.
En los campos de cultivo, todo se está secando, la producción se está perdiendo. Las imágenes que reflejan los noticiarios de la paradisiaca isla muestran la tierra cuarteada por el agotamiento de los suelos y la falta de hidratación, señales extremas, de acuerdo con la Oficina Nacional de Meteorología de Dominicana.
Las autoridades han racionado el suministro de agua potable. La mayoría de los embalses están en una situación crítica, algunos solo cuentan con agua para un mes.
Aunque Panamá es un país con un excepcional período de lluvia, cada año las estaciones secas son más severas, lo cual se agrava cuando ocurre el fenómeno de El Niño, como se vive en este momento. El patrón climático está causando una emergencia en los sectores agropecuarios y el consumo humano. La región de Azuero se está quedando sin agua. Los abrevaderos se están debilitando, los potreros se están quedando sin pastos, la reses están perdiendo peso y en el peor de los casos mueren de inanición.
Los ríos también sufren una disminución drástica de sus caudales por las altas temperaturas y la falta de lluvia. A cinco meses para que concluya El Niño, la situación es preocupante para productores, autoridades y el país entero.
El escenario no es mejor en la capital. La administración canalera ha restringido el calado de los buques porque los lagos Alajuela y Gatún, que proveen el agua para la operación de la vía, están por debajo de sus niveles aceptables.
La producción de agua potable está en un nivel crítico. En Cabra de Pacora, la planta 1 y 2 se mantienen trabajando a un 40% ante la falta de agua cruda. A sectores como El Trébol, Santa Rita, Los Jardines, Nueva Esperanza, entre otros, no les llega el agua del Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (Idaan), sus moradores viven rogando para que caiga agua del cielo que cada día amanece más claro y sin nubes.
El Idaan anunció que bajará la producción de agua potable en el interior si los ríos continúan perdiendo caudal.
Por la misma causa, la potabilizadora de Los Algarrobos en Chiriquí trabaja a un 60%. El Idaan ha tenido que iniciar una sectorización y ajustes,y además habilitó seis carros cisterna para la región.
En Veraguas, Colón, Panamá Oeste y Coclé, se monitorean los ríos. De mantenerse la tendencia a una reducción de los caudales, se restringirá la operación.
En la selvática provincia de Darién, de ríos caudalosos, la situación es similar en La Palma. La planta trabaja intermitentemente debido al bajo caudal del río Stegantí y de los 18 pozos que se incorporaron a la red solo ocho están operativos.
Las autoridades piden a la ciudadanía un uso racional para mejorar el abastecimiento.
El agua es el activo más importante del país. De ella depende el Canal, la pieza estelar de la industria logística del país y principal activo de la economía.
Del agua también dependen los $4 millones de panameños.
Fuente: Estrella de Panamá